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¿Qué hace que los hombres sean diferentes de las mujeres?

Hablamos de las diferencias de género, y aquí es necesaria una aclaración. La DIFERENCIA de género no es lo mismo que la DESIGUALDAD de género. La diferencia implica que por razones particulares, los integrantes del género masculino tienen cualidades esencialmente distintas que las de género femenino, pero de esto no se deriva una superioridad de uno sobre otro. Es una distinción de características biológicas o fisiológicas asociadas tanto con hembras o machos de una especie en general. En el estudio de humanos emergen cuestiones socio-políticas al clasificar si una diferencia sexual es resultado de la biología de género. Artículos describen diferencias que claramente representan una división binaria macho/hembra, como la reproducción humana. Aunque algunas diferencias sexuales son controversiales, no debe confundírseles con estereotipos sexistas. Se habla de desigualdad, por otro lado, cuando la hegemonía de un género -el masculino, en nuestra sociedad- somete al otro a condiciones de inferioridad.

Aclarada la cuestión, volvamos a la pregunta: ¿qué nos hace diferentes? Simplificando un poco, en psicología existen dos posturas: la evolucionista y la cultural. Para los primeros, las diferencias de género tienen raíz en nuestros genes y son producto de la evolución del ser humano, con fuertes rasgos que tenemos incorporados aún desde tiempos en que éramos primates. La otra corriente de psicología explica la diferencia por una razón sociocultural: somos así porque tradicionalmente se nos han inculcado ciertos valores que pueden cambiarse y que de hecho están cambiando, pero es necesario una renovación generacional.

Recientemente, un estudio realizado por el Proyecto de Descripción Internacional de la Sexualidad, dirigido por David P Schmitt, afirma que la brecha en la forma de actuar entre varones y mujeres, en lugar de disminuir, en realidad se está ampliando. Se aduce que las mujeres tienden a ser más solidarias, más afectuosas y colaborativas, mientras que los hombres somos más competitivos y egoístas. El estudio tomó una muestra -que parece escasa, si se habla de niveles mundiales- de 40.000 casos, en donde se confirma la tendencia a que se marquen las diferencias con mayor fuerza.

Lo que propone el estudio es que las diferencias, en realidad, son irreconciliables y devienen de la propia naturaleza del ser humano. Las mujeres, básicamente, están para ciertas cosas, y los hombres para otras. Por ejemplo, se analizaron maratones para observar de qué forma se reproducía la competitividad entre los corredores varones y las mujeres. Concluyeron que ellas se exigían menos porque son menos competitivas. Este punto de vista, sin embargo, es criticado por aquellos que piensan que las diferencias en realidad son producto de una forma de vida en sociedad y que la brecha se achicará a medida que la mujer gane nuevos roles en sus actividades. Además, analizar la “competitividad” de unos y otros ya tiene un sesgo masculino, porque no habría por qué evaluar las diferencias desde esta categoría.